Según la ONU, las mujeres son las primeras en sentir los efectos de la emergencia climática y el 80% de las personas desplazadas por este tipo de causas. Para Alicia H. Puleo, la justicia social implica la ecojusticia, una proyección de la justicia que es ejercida actualmente con enorme fuerza por movimientos de mujeres en Latinoamérica, África o Asia, por campesinas de pueblos originarios que defienden sus territorio contra la destrucción de nuestro medio ambiente y nuestra ecología; la ecología de todos y todas en esta era antropocéntrica. Judith Butler ha señalado que el feminismo trata sobre todo de autodeterminación, igualdad y antidiscriminación, y por ello lucha contra el racismo, contra la explotación de las personas trabajadoras, contra la transfobia y contra todo proceso de ¿discriminación? y exclusión. Por ello, es entendible que el ecofeminismo suponga e implique la lucha por un reencuentro con la naturaleza, asegurando una relación justa y equilibrada con ella, pero también entre las personas; y en el derecho, tal como lo expresaba Petra Kelly, a una convivencia tierna y al cuidado con y de los ecosistemas, las plantas y los animales. El ecofeminismo es, en definitiva, tal como enfatiza A.H. Puleo la alternativa fundamental a la Globalización Neoliberal Andropocéntrica.